La vagina de la madre es un conducto muy estrecho. Aunque es flexible y se
dilata para permitir la salida al exterior del bebé, la
naturaleza ha previsto mecanismos para facilitar el parto, tanto
para la madre como para su hijo.
Los huesos craneales
de un recién nacido no están soldados del todo, entre ellos hay
unos espacios abiertos llamados suturas intracraneales y otros más
anchos: las fontanelas. Las fontanelas son unas pequeñas
separaciones que facilitan que la cabecita pueda amoldarse y
atravesar el canal del parto. Una vez que el bebé ha nacido,
permiten también que el cerebro del bebé tenga suficiente espacio
para poder desarrollarse.
El cráneo del bebé
tiene seis fontanelas, aunque solo dos de ellas se palpan con
facilidad. Una se encuentra en la parte más alta de la cabeza y la
otra está justo encima de la nuca. Son blanditas y se puede llegar a
apreciar como suben y bajan al compás de los latidos de su corazón.
Es peligroso
presionar las fontanelas, aunque sí se pueden tocar. La fontanela
anterior se puede cerrar hasta los 18 meses y la posterior puede
cerrarse a los 6 meses o incluso antes. Las suturas intracraneales se
cierran mucho más tarde, cuando el cerebro ha terminado de crecer y
la cabeza ya tiene su tamaño definitivo.
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